Esta pregunta me la he hecho constantemente en los últimos
dos años y medio. Durante este tiempo, al examinar los medios, ir a
conferencias o leer comentarios en internet, he podido saber qué piensan a
expertos y pseudoexpertos, periodistas y pseudoperiodistas, opiniólogos que lo
mismo gritan sus ideas sobre la actualidad egipcia que sobre el último partido
del Madrid-Barça.
Sin embargo, lo que a
mí me ha faltado es una lectura donde los protagonistas sean los egipcios de a
pie, esos que han vivido y participado en los sucesos, esos que no han
protagonizado ninguna foto ni forman parte de ninguna organización, pero que
sin los que no se hubiera llegado a nada. Más pendientes del morbo, de estar durante
horas a pie de una mezquita donde los de dentro y los de fuera disparan, de
donde se sabe que no van a conseguir ni cifras, ni datos veraces de nadie, pero
sí ‘con un poco de suerte’ una imagen con más sangre, con más morbo, con más
lloros que la del día anterior, se olvidaron de sacar cinco minutos para contestar
dos viejas e incaducas preguntas: qué y por qué.
Así que me he
aprovechado 'vilmente' de los egipcios y españoles que han vivido todo ello para que me
comenten qué ha pasado. Aviso para el que no quiera seguir leyendo. A pesar de
hablar con más de 10 personas y buscarlos adrede, no he encontrado a nadie conteste a mis
preguntas y rompa una lanza a favor de los Hermanos Musulmanes. Por supuesto
cada uno cuenta la película como lo ha vivido, por lo que esto no es un ‘reflejo
de la sociedad egipcia’, ni nada por el estilo, solo las respuestas a ciertas
preguntas que personalmente me hacía. E irán en dos post, ya que tengo
contestaciones tan largas como interesantes.
Los antecedentes: Mubarak vs. Morsi
De los 51 millones de egipcios llamados a votar a mediados
de junio de 2012 en sus primeras elecciones democráticas votó, según la Junta
Electoral, un total de 26.420.763. De 13 candidatos que se presentaron en la
primera vuelta, fueron los dos con más votos, el candidato representante del
régimen de Mubarak, Ahmed Shafiq, y el de los Hermanos Musulmanes, Mohamed
Morsi, los que se enfrentaron en la segunda y definitiva vuelta. Entre algunas denuncias
de amaños electorales, compras de votos, muertos que participaban y tardanza a la hora
de saber los resultados, al final Morsi lograba una doblemente histórica
victoria: con un 51,73% de los votos (13.230.131), contra el 48,27% de los
votos (12.347.380) conseguidos por el general y ex primer ministro Ahmed
Shafiq, Morsi conseguía aupar a la Hermandad de la clandestinidad más o menos
tolerada a la presidencia del país y era el primer presidente elegido
democráticamente.
Pero un año después de que Morsi asegurase ser “el
presidente de todos los egipcios” ni imponer un ideario islamista, parece que
no consiguió su objetivo. “Uno de los principales problemas es que
prácticamente no hay diferencias entre el gobierno de Mubarak y el de Morsi”,
explica Mohamed Bakr, cairota y guía turístico.
Mahmoud Yacoub, estudiante de Filología Hispánica, concreta
más: “Basta decir
que el primer gobierno formado en la era de Morsi incluía muchos rostros del
partido de Mubarak, ese mal llamado Partido Nacional Democrático, y además,
cuando hizo remodelación de gobierno, trajo personajes que no han logrado hacer
ningún desarrollo favorable en la vida cotidiana del ciudadano”. Entre ellos,
cabe destacar Ahmed Zaki Abdeen ministro de Desarrollo local y Mahmoud Balbaa
ministro de Energía y Electricidad. Además, Yacoub y otros participantes en las
manifestaciones del 25 de enero recuerdan la absolución de seis de los ex altos
cargos policiales directamente relacionados con la represión a los
participantes en aquellas fechas, así como los ‘delitos prescritos por corrupción’
de los hijos de Mubarak, Alaa y Gamal.
Problemas
que siguen sin solución
“Sabíamos que Morsi o cualquier otro que saliera como
presidente no tendría una varita mágica para solucionar todos los problemas del
país”, relata Semsem Español, también implicada en el sector turístico como
miles de egipcios. Tanto ella como Mohamed Bakr llegan a la misma lista de
problemas: “Los problemas con Morsi aumentaron. Seguían las protestas tras sus
decisiones legales, como por ejemplo tras la nueva Constitución, y la seguridad
fue a peor. La situación económica es desastrosa y esto también tiene que ver
con la seguridad y la estabilidad. Muchos egipcios trabajan en el sector
turístico y la falta de estos factores han hecho que miles de familias no
tengan para comer, las agencias turísticas cierren o estén en peligro de ello.
Y además siguen los problemas de gas y electricidad”, añade.
El peligro del colapso y bancarrota económico no es el único
que sigue atenazando Egipto. Muchos esperaban ese pacto entre todos los agentes
y partidos para salir adelante, los mismos que ahora acusan a Morsi de apropiarse de más poder del
que le correspondía. “Los principales fracasos de esta etapa sólo se pueden
definir como escandalosos y vergonzosos. Desde el principio ha buscado amasar el máximo poder ejecutivo, legislativo y judicial en sus manos. Entre ellos los más notables es el decretazo
del 22 de noviembre de 2012 [por el que Morsi se concedía plena inmunidad y
capacidad de hacer y deshacer ‘por el bien del país’, cosa bastante vaga];
también está el tema de su papel bastante nulo respecto a la causa del Nilo con
Etiopia… pero el fracaso más desastroso es dejar el país dividido, lo que NUNCA ha sucedido desde
la unificación de Egipto. Y por si eso fuera poco, ha utilizado la religión
para hacer esta división”, señala tajante Yacoub. Tampoco se olvidan muchos de comentar la nueva Constitución, aprobada sólo por un 33% de los egipcios y con "muchos artículos que dejan lugar a varias interpretaciones".
A todo esto Mohamed Maher, también estudiante de español,
añade un “retroceso en algunos logros en tema de derechos humanos”, entre los
que se puede destacar nuevas restricciones laborales para las mujeres.
En el próximo post hablaremos sobre el papel del ejército y
qué se puede esperar de los próximos comicios en Egipto.